Siempre esperando a la luz que me guíe,
que me alumbre y no me deslumbre,
me aconseje sin vanidad,
sin lujuria ni ansiedad.
Sin desorientar mi alma,
sin absorber mi esencia,
consiguiendo al fin calma,
y olvidar mi carencia.
Soy un bote a la deriva,
mi madera empieza a pudrirse,
la estructura a debilitarse,
pero aún tengo alternativa.
No debo dejar de otear el horizonte.